Nota: La debilidad muscular afecta la calidad de vida en personas con acromegalia. La doctora Elena Valassi nos da una perspectiva fascinante a lo que sucede con los músculos cuando se los expone al exceso de hormona de crecimiento. Su trabajo es de suma importancia para aquellas personas que sufren de acromegalia y que desean mantener un estilo de vida saludable con ejercicio y nutrición adecuada. Estén atentos para una entrevista de audio (podcast) con la Dra Valassi próximamente en la que ampliaremos el tema. Nuestro sincero agradecimiento a la Dra. Valassi y a la Dra. Luciana Martel-Duguech por contribuir este artículo.
De la Dra. Elena Valassi, M.D., Ph.D. – Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, Barcelona, España – Los pacientes con acromegalia se quejan frecuentemente de debilidad muscular y dolor musculoesquelético que pueden persistir a largo plazo después de lograr el control de la enfermedad, afectando gravemente a la función física, al estado psicológico y, en última instancia, a la calidad de vida.
Debido a que la hormona de crecimiento (GH) y el factor de crecimiento similar a la insulina tipo 1 (IGF-I) tienen efectos anabólicos en el músculo, estimulan la formación de proteínas e inhiben su degradación, se puede especular que la masa muscular y la fuerza son normales o incluso aumentan en pacientes expuestos a exceso de GH debido a la acromegalia.
Sin embargo, aunque el tratamiento con dosis fisiológicas de GH aumenta la masa muscular y normaliza tanto la fuerza muscular como la función en pacientes con pérdida muscular asociada con la deficiencia de GH (GHD), el efecto en el músculo de los niveles excesivos de esta hormona, como los observados en la acromegalia, no se ha establecido claramente.
Es importante enfatizar que los niveles hormonales deben mantenerse rigurosamente dentro de una “ventana fisiológica” en nuestro cuerpo, ya que tanto una producción hormonal excesiva como una disponibilidad deficiente pueden afectar a nuestra salud.
De hecho, un aumento en el tamaño de las fibras tipo 1 (las de “contracción lenta”, que son resistentes a la fatiga y son necesarias para actividades de baja intensidad y larga duración) y una disminución en el tamaño de las fibras tipo 2 ( los de “contracción rápida”, que se contraen de forma rápida y potente, y son necesarios para actividades de alta intensidad y corta duración) se han documentado en el músculo de pacientes con exceso de GH debido a la acromegalia que se sometieron a biopsias musculares, mientras que la masa muscular no cambió significativamente. Curiosamente, un estudio de la composición corporal utilizando la absorciometría de rayos X de energía dual (DXA) demostró que la masa corporal libre de grasa, que consiste en agua corporal y masa muscular, fue significativamente mayor en pacientes con acromegalia activa en comparación con sujetos sanos. Este aumento se debió principalmente a la retención de agua en los tejidos blandos, más que a un aumento en la cantidad de células musculares. Del mismo modo, un estudio que utilizó imágenes de resonancia magnética nuclear (RMN) demostró que la masa muscular de los pacientes con acromegalia activa era similar a la de los controles sanos. Es destacable que la masa muscular disminuyó dos años después del control del exceso de GH en pacientes masculinos, en comparación con la encontrada en el diagnóstico en los mismos individuos, lo que sugiere que la pérdida de tejido muscular asociada con la exposición crónica a GH puede ocurrir independientemente del control bioquímico de la enfermedad.
La fuerza muscular proximal, medida por electromiografía, también fue menor en pacientes con acromegalia controlada en comparación con sujetos sanos y pacientes con acromegalia activa.
Todos estos hallazgos sugieren que los músculos en pacientes con acromegalia pueden ser más grandes, pero funcionalmente más débiles que los de sujetos sanos. Además, parece que tanto la pérdida de masa muscular como la debilidad muscular empeoran con el tiempo en pacientes previamente expuestos a altos niveles de GH, a pesar de la remisión del exceso hormonas.
Cabe señalar que el deterioro muscular contribuye al desarrollo de la artropatía, una de las complicaciones más frecuentes e incapacitantes de la acromegalia, que conduce a la degeneración irreversible de las estructuras osteoarticulares. Los trastornos musculoesqueléticos están asociados con el deterioro de la calidad de vida del paciente, que puede persistir durante más de 10 años desde que se alcanza el control de la enfermedad.
Si bien los mecanismos subyacentes a este deterioro progresivo de la funcionalidad muscular aún no se han determinado, se deben hacer esfuerzos para prevenir y, posiblemente, revertirlo mediante la adopción de un estilo de vida saludable.
Los efectos beneficiosos del ejercicio sobre la salud física y mental son bien conocidos. Un estilo de vida sedentario se ha asociado con un bajo rendimiento muscular y alteraciones significativas de la composición y calidad muscular (es decir, acumulación excesiva de grasa dentro del músculo) en personas de edad avanzada. Un programa de entrenamiento físico estructurado cambió positivamente la composición muscular en ellos, lo que se asoció con una mejora significativa del rendimiento físico y, si se continuó, incluso evitó el deterioro de la función muscular relacionado con la edad.
En diecisiete pacientes con acromegalia, un programa de actividad física de 12 semanas en el hogar, orientado por un terapeuta, mejoró la fatiga general, la fuerza muscular, el rendimiento en las pruebas de función, y la calidad de vida. Los pacientes siguieron un programa estructurado de tres sesiones semanales que consistían en una hora de ejercicios combinados de calentamiento, entrenamiento de fuerza muscular, resistencia, balance, aeróbico y estiramientos.
Por lo tanto, la actividad física debe considerarse como una intervención terapéutica importante que integra y apoya otros tratamientos, como la cirugía y los medicamentos, con el objetivo de tratar los efectos negativos del exceso de GH sobre la salud del paciente. Los entrenadores deberían formar parte del equipo multidisciplinario que acompaña a los pacientes durante todas las fases de su enfermedad.
Antes de comenzar el programa de ejercicio físico, el entrenador debe tener una entrevista extensa con el paciente para evaluar su motivación, objetivos, miedos y actitud personal hacia la actividad física. Además, el entrenador debe recopilar información rigurosa sobre los hábitos, el estilo de vida y el historial médico del paciente, con especial atención a la presencia de afecciones concomitantes (por ejemplo, diabetes tipo 2, hipertensión, osteoporosis, artropatía) para preparar un programa específicamente adaptado a las necesidades del paciente. Es muy recomendable que el entrenador y el médico involucrado en el cuidado del paciente se comuniquen entre sí para desarrollar una estrategia común para cada paciente, de modo que el programa de ejercicio personalizado sea efectivo y seguro. De hecho, el programa de actividad física debe diseñarse cuidadosamente para evitar el dolor, controlar la fatiga y reforzar la motivación a través de la diversión y la mejora de la autoestima.
En conclusión, normalizar la capacidad funcional y el deterioro musculoesquelético en los pacientes con acromegalia es fundamental. Desarrollar un programa de ejercicio personalizado, en el ámbito de un abordaje multidisciplinario, podría ser uno de los hitos que hay que seguir para alcanzar cambios de estilo de vida duraderos y satisfactorios.
Acerca de la Dra. Valassi – Se graduó “Summa Cum Laude) en la Universidad de Pavía (Italia) y completó su especialidad en Endocrinología en la Universidad de Módena (Italia) y su Ph.D. en Endocrinología en la Universidad de Milán. Fue investigadora en la Unidad de Neuroendocrina del Hospital General de Massachusetts, Escuela de Medicina de Harvard, y actualmente es investigadora posdoctoral de enfermedades hipofisarias en el CIBERER, Hospital de Sant Pau, Barcelona, España, y consultora endocrinóloga en el Hospital General de Catalunya.
Acerca de la Dra. Martel-Duguech – Se graduó en la Universidad Nacional de Tucumán (Argentina) y completó su especialidad en Endocrinología en la Universidad de Buenos Aires. Actualmente es doctoray estudiante de Endocrinología en la Universidad Autónoma de Barcelona, Hospital Sant Pau, Barcelona, España. Su investigación se centra en la morbilidad residual como consecuencia del deterioro persistente del aparato locomotor y sus mecanismos subyacentes en pacientes con síndrome de Cushing’s y acromegalia.
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